ANOTACIONES DE UNA VIDA SENCILLA

En esta página espero reflejar pequeños detalles, comentarios y experiencias que puedan, porque no, algún día ayudar a alguien.

29 mayo 2007

En la sala de espera

Un reloj en la pared. Él perdía su mirada en el horizonte. Cerraba los ojos para no tener que mirarlo. Pero la vista lo traicionaba y se clavaba en aquellas agujas infernales. Procuraba pensar en una canción, en su trabajo, pero no podía con ese tic que retumbaba en sus oídos como si fuera una campanada. Y después venía el tac, como si hubiese pasado una eternidad.
Dios no puede existir, pensaba. Nadie puede ser tan cruel.
Cerró los ojos con fuerza, como si le fuese la vida en ello.
Gotas de lluvia, sus párpados se convirtieron en un cristal que se va empapando de pequeñas gotitas. Una sonrisa en su cara. Estaba en casa. Desde su habitación podía ver el jardín donde ella jugaba. Estaba tan guapa con aquel vestido. Calada por el chaparrón, volvía a casa. Su piel se volvía brillante como si el agua bendijese su belleza. Y él desde la ventana disfrutaba. Le gustaba como andaba bajo la lluvia por el césped, descalza. Sus diminutos pies cubiertos de barro y hierba. La vana intención de cubrirse el pelo con la chaqueta cuando el pelo era ya una batalla perdida. Y él gozaba con el panorama. Se reía porque le parecía una muñeca indefensa, que luchaba por superar una prueba de los dioses.
Alguien le toco en un hombro. Él abrió los ojos. Era el médico que la había operado. Todo había salido bien.
Una sonrisa. Las lágrimas brotaron como si llevasen tiempo esperando la señal.
Se puso en pié.
Ella lo estaba esperando.