ANOTACIONES DE UNA VIDA SENCILLA

En esta página espero reflejar pequeños detalles, comentarios y experiencias que puedan, porque no, algún día ayudar a alguien.

23 febrero 2007

A un cubano

Roberto era un cubano de más de 60 años. Vivía con lo poco que recibía del estado. Pero era feliz. Lo encontramos una tarde de agosto, en la Habana Vieja, sentado en un banco. Si estuviesemos en España pensaríamos que era un pobre, pero allí era uno más. Marcos se le acercó y le preguntó por lugares que ver en la ciudad. Y ahí nos sorprendió Roberto. Vivía solo, puesto que no tenía casa. Lo poco que tenía lo llevaba encima. Nos habló de Cuba, la revolución. De Angola donde había estado destinado. De la época gloriosa de La Habana, llena de gente adinerada. Paseamos por las calles mientras él nos iba iluminando cada rincón, cada detalle. Fuimos al cementerio de Colón. Allí nos fue explicando el porque de tanto lujo, tanto panteón, tanta familia importante enterrada. Hablaba de los cubanos, de los españoles, de los olvidados (enterrados sin nombre por ir contra la revolución) y nos dejó con la boca abierta, porque había sido profesor de historia y conocía más de nuestra propia historia que nosotros.
Disfrutamos con él del carnaval de verano en el malecón. Lo invitamos a cerveza, a comida, a puros. Nos gustaba verle feliz y él no pedía nada a cambio. Incluso cuando cogimos un taxi, nos devolvió la parte que el taxista le daba "como comisión" entre cubanos.
Roberto era un hombre grande. Y no podía dejar de nombrarle.